México refleja una tasa desempleo alarmante, colapso del sistema financiero, bajo nivel de efectivo en circulación, cierre de miles de empresas.
Lo anterior es un simple panorama macroeconómico, ¿pero en lo microeconómico qué representa para la mayoría de los empresarios? Diríamos que al menos un reto tamaño odisea, aquellos proveedores que daban a crédito insumos o servicios van a pensarlo dos veces antes de hacerlo debido a que gran parte de los deudores entrarán en morosidad creando un círculo vicioso, en el que la falta de dinero y de crédito harán que esta gripe se convierta en neumonía.
Todos los sectores productivos se verán afectados, pero sin duda uno de los más vulnerables será el de bienes raíces, pues la oferta se incrementará y la demanda (por la falta de recursos económicos) continuará decreciendo, en cuanto a la renta de inmuebles el panorama es completamente oscuro, recordando que estamos cumpliendo en México muchas semanas de aislamiento, negocios cerrados, arrendatarios imposibilitados de cumplir en tiempo y forma con su renta, por lo que los arrendadores ya han metido mano en los depósitos en garantía, si como dicen las autoridades sanitarias, se prevé que la emergencia sea aún más larga.
De cualquier modo, las medidas serán, si no las mismas, muy parecidas a todo aquel que tiene deudas por cobrar sin importar el giro de la empresa o negocio.
» La fortuna sonríe a los audaces» Existen sin duda múltiples estrategias de cobranza, desde luego para la mayoría de ellas, la capacidad de negociación e incluso de persuasión de las áreas de cobranza de las empresas (o de los abogados dedicados a ello) pueden ser FUNDAMENTALES, no obstante las salidas reales son tres, negociar en buenos términos absorbiendo ambas partes un porcentaje de las pérdidas, llevar a cabo litigios con el riesgo de que la parte demandada entre en proceso de quiebra y se convierta en deuda incobrable o adelantarse a la situación y llevar a cabo un convenio de mediación privada, lo cual tiene por lo general los mejores resultados.