Pagar tus compromisos financieros siempre conlleva planeación y sacrificio.
Muchas veces el dinero que ganamos no alcanza para cubrir todos los gastos que tenemos, para hacerle frente a una emergencia o para hacer compras grandes, ante ello, la única alternativa que normalmente queda es ENDEUDARSE.
Aprender a identificar el tipo de deuda que estamos a punto de adquirir y los efectos buenos o malos que nos traerá a corto, mediano y largo plazo es un paso fundamental para cuidar nuestra estabilidad financiera.
Las DEUDAS buenas. Son aquellas denominadas expansivas. Una deuda buenas te debe traer algún tipo de beneficio a tus finanzas, ya sea que sirva para aumentar tu patrimonio, para hacer crecer tu negocio o poder pagar tu educación.
Algunos ejemplos de deudas buenas son: los créditos hipotecarios, los préstamos estudiantiles oq ue te ayudarán a la formación profesional, préstamos para comprar activos que aumenten su valor con el tiempo como antigüedades o inversiones alternativas y préstamos para tu negocio.
Las DEUDAS malas. Son aquellas que se adquieren para comprar algún pasivo, es decir, un bien o servicio que no tendrán un beneficio económico o cualitativo a nuestra vida, patrimonio o desarrollo profesional, también denominadas deudas restrictivas.
Cualquier cosa que ponga en peligro tus finanzas o que le tengas que destinar dinero que no regresará a ti representa una deuda mala.
Comprar un carro a crédito automotriz, ropa a plazos con intereses, usar la tarjeta de crédito haciendo solamente el pago minimo, créditos para pagar un estilo de vida al que no se puede acceder o viajes de placer son u ejemplo de deudas que restringirán tu capacidad adquisitiva y planeación presupuestal mientras logras liquidarlas.
Cabe aclarar, que aquellos préstamos adquiridos en momentos de emergencias familiares, de salud o laborales no se pueden considerar deudas malas, ya que aunque no vayan a traer un beneficio económico o patrimonial, la salud y tranquilidad familiar no es nunca un gasto en vano.